Persona sentada en un café frente al río durante un viaje, en un momento de pausa y reflexión

Viaje real

Café al atardecer en un viaje

Cómo sobrevivir a tus vacaciones soñadas

Porque viajar no siempre es perfecto (y tampoco tiene que serlo)

En los últimos años, viajar se ha vuelto casi una obligación emocional. Hay que hacerlo. Hay que mostrarlo. Hay que vivirlo como si fuera una sucesión de postales perfectas. Se viaja por gusto, por moda, por necesidad, por trabajo o simplemente por no quedarse fuera. Y claro, muchas veces se presenta como un sueño. Pero no siempre lo es.

Viajar no es solo armar la valija y partir. Cuando lo imaginamos, todo es entusiasmo: cielos perfectos, paisajes épicos, fotos espectaculares. Pero después… empieza el viaje real.

Hay detalles que no se piensan cuando uno imagina el viaje: trenes a las cinco de la mañana, aeropuertos sin alma a medianoche, escalas eternas donde uno termina durmiendo en posición fetal sobre una mochila. A veces, lo que parecía una escapada de fin de semana se convierte en una maratón logística de 36 horas donde el tiempo se diluye entre filas, anuncios por altavoz y relojes que parecen no avanzar.

Las pequeñas cosas también pesan: caminar ligeros, sí, pero con una mochila que cargamos como si fuéramos a atravesar un continente. Protector solar, aspirinas, dinero, tarjetas, una gorrita para el sol, un abrigo por si refresca… todo buen viajero sabe que hay que vestirse en capas, como una cebolla. Un pequeño paraguas nunca está de más. Algo para comer en cualquier momento. Y la infaltable botellita de agua.

Y luego, las decisiones prácticas: ¿cuánto gastar?, ¿qué actividad dejar afuera?, ¿conviene tener todo reservado o lanzarse a la aventura? Reservar todo da seguridad, pero quita libertad. Ir sin reservas da vértigo, pero a veces también da historias que después se cuentan con orgullo (o con risa nerviosa).

Viajar es una mezcla: emoción, cansancio, incomodidad, belleza inesperada, fastidio, sorpresa. Exige energía, flexibilidad y más paciencia que likes en Instagram.

Viajar no siempre es placentero. A veces es agotador, caótico, incómodo o simplemente distinto a lo que habíamos imaginado. Pero incluso así, seguimos haciéndolo. Tal vez porque en medio del cansancio aparece una imagen que nos deja sin aliento. O una conversación inesperada. O el silencio de una plaza al atardecer.

Porque aunque no sea perfecto, el viaje nos mueve —por fuera y por dentro— nos obliga a adaptarnos, a renunciar al control, a aceptar lo que venga. Y quizá sea en esa falta de garantías donde está su verdadero encanto. En que, más allá de los itinerarios o las mochilas repletas, el viaje siempre nos cambia un poco.

Y cuando por fin llegamos a casa, con la ropa arrugada, los pies cansados y la cabeza llena de escenas sueltas, entendemos algo más: que volver también es parte del viaje. Que hay una belleza serena en calentar agua para un té, desarmar la valija con lentitud, y dejar que todo lo vivido decante en silencio.

Porque si viajar nos transforma, el regreso nos acomoda. Y en ese equilibrio imperfecto, algo de nosotros encuentra su lugar.

← Volver al Blog Próximo post: Viajar sola

📧 info@aventurapremium.com   |   📷 @avventurapremium

🌍 Inspiramos caminos. Lo esencial del viaje no siempre está en el mapa.

La travesía continúa...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *