El efecto Uritorco: cuando el entorno cambia el ritmo

El efecto Uritorco es una expresión que muchas personas utilizan para describir lo que sienten al subir a este cerro cordobés de 1.979 metros de altura, ubicado en el centro de Argentina. Para muchos, representa un espacio de introspección o percepción distinta del entorno. Algunos lo visitan por curiosidad, otros buscando respuestas. Lo cierto es que casi nadie vuelve igual.

Un entorno natural que se percibe distinto

El paisaje serrano y el aire seco del valle pueden parecer similares al de otras regiones del país, pero quienes lo recorren describen sensaciones diferentes. Algunos sienten una energía física concreta, como si algo vibrara con más intensidad. Otros hablan de pensamientos más claros, momentos de introspección espontánea o una conexión con recuerdos que no sabían que tenían.

Avistamientos y experiencias personales

Los relatos sobre luces extrañas, esferas flotantes o movimientos anómalos en el cielo no son nuevos. Desde la década del 80, con el famoso caso de la “Huella del Pajarillo”, estos testimonios se multiplicaron. Muchas personas aseguran haber visto avistamientos de OVNIs que ascienden desde la base del cerro hacia la cima y luego desaparecen sin sonido alguno. En algunos casos, los visitantes pierden la noción del tiempo o sienten que la noche cambia de ritmo.

“No fue miedo, pero tampoco fue tranquilidad. Fue algo nuevo. Una sensación que me hizo quedarme en silencio mucho más de lo habitual”, contó una mujer tras una caminata al atardecer.

Erks y los OVNIs: ciudad energética y manifestaciones visibles

Desde los años 80, el Cerro Uritorco se ha convertido en epicentro de fenómenos extraños, en especial OVNIs. En 1986, la llamada “Huella del Pajarillo” fue atribuida por muchos a un aterrizaje no identificado. Desde entonces abundan videos y fotografías que muestran luces móviles, agrupaciones brillantes sin sonido o destellos que parecen surgir del suelo hacia el cielo.

La clave de estas historias es Erks, una supuesta ciudad energética subterránea bajo el cerro. Según versiones esotéricas, Erks no es un lugar físico convencional, sino un espacio de vibración elevada donde habitan seres de conciencia avanzada. Estas formas se proyectarían como energía y a veces adoptan apariencia visible.

Así, los OVNIs del Uritorco no vendrían del espacio exterior; surgirían desde Erks. El cerro actuaría como un portal activo entre dimensiones. Las luces serían manifestaciones momentáneas de esa actividad invisible, perceptibles por breves instantes.

No existe evidencia científica concluyente, pero la recurrencia y similitud de los testimonios —muchos de personas que no se conocen entre sí— han mantenido viva la conversación durante décadas. Para muchos, el cerro es más que un punto geográfico: es una frontera.

Capilla del Monte y su entorno espiritual

Capilla del Monte, el pueblo a los pies del cerro, se transformó con el tiempo en un centro espiritual alternativo. Allí conviven quienes practican meditación, sanación energética, astrología, terapias con sonidos, reiki o simplemente buscan tranquilidad.

En los márgenes del cerro se construyeron espacios dedicados a la introspección, como la Pirámide de meditación y el Templo Zen Shobogenji, el primero de su estilo en Latinoamérica. Estos lugares reciben a personas que buscan procesos personales en silencio o en grupo, sin fórmulas ni promesas.

Lo que ocurre después del ascenso

Para muchas personas, subir al Uritorco no significa encontrar respuestas extraordinarias, sino algo más simple: un momento de pausa. En un entorno sin señal de teléfono, con aire seco y una caminata que exige atención, el cuerpo y la mente parecen entrar en otro ritmo.

La altura, el silencio y el paisaje sin interferencias generan un corte en la rutina. El cerro no transforma, pero facilita. Ofrece las condiciones para que aparezca lo que en lo cotidiano no se escucha, como una idea más clara, una emoción postergada o una decisión largamente evitada.

Esa apertura no depende de un fenómeno inexplicable; es el resultado de un entorno que empuja, sin esfuerzo, a mirar hacia adentro. Y aunque eso no siempre se pueda poner en palabras, muchos regresan con la certeza de que valió la pena.